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Cuando no se conocían las máquinas cortapelo, el rasurado de la cabeza duraba casi una hora

 

Antiguamente las peluqueras eran quien cortaban el pelo a las señoras mientras que los barberos hacían lo propio con los hombres, y mientras las primeras realizaban los cortes a tijera, los barberos utilizaban una tijera corta y la navaja para arreglar la barba y el cabello de los caballeros.

Hace décadas, estaban bien diferenciadas las peluquerías de señoras y las de caballeros, y mientras las de las féminas tenían los cristales de la puerta tapados con cortinas traslúcidas, las de las peluquerías de caballeros permanecían siempre abiertas dejando ver desde el exterior la destreza del peluquero.

Por supuesto no existían las máquinas de cortar el pelo y los barberos o peluqueros tenían que utilizar más de un instrumento cuando un cliente pedía que lo rapasen.

La precisión de las nuevas máquinas eléctricas ahora lo vemos como cosa normal, pero los rapados de antes solo podían hacerse con la afilada navaja de barbería y con las manos expertas del peluquero que se atrevía a rasurar el cabello como si de la barba se tratase, porque de hecho primero se descargaba el pelo con tijera y a continuación el peluquero embadurnaba la cabeza con jabón de afeitar y acto seguido pasaba la fina cuchilla para cortar de raíz el pelo en lo que se llamaba «afeitado de cabeza».

El tiempo era algo que no se valoraba en aquella época, y afeitar la nuca podía llevarle al peluquero casi una hora, diez veces mas de lo que hoy tardan con un cortapelo profesional.

 

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