Si alguna vez te has parado a pensar que las personas adquirimos costumbres te habrás dado cuenta que estas no siempre nos acompañan a lo largo de la vida, y la razón es que enseguida nos acostumbramos a nuevos hábitos si estos son más cómodos que los que teníamos.

La fidelización de los clientes es mas importante de lo que parece, puesto que un nuevo cliente viene a veces por casualidad pero la mayoría de los nuevos clientes vienen a un establecimiento por recomendación de otro.

En el mundo de la peluquería sucede tres cuartos de lo mismo, y aunque un buen porcentaje de personas acude a la peluquería del barrio donde vive, la casualidad hace que un día entre en otro salón por cualquier motivo, y salga de el con las ideas cambiadas, sobre todo si le gusta el trato recibido, el ambiente y la forma de trabajar de los peluqueros.

Otra veces uno cambia de peluquero por comodidad, bien porque abren una nueva peluquería cerca de casa o del trabajo, o bien porque los que nos mudamos de barrio somos nosotros y en poco tiempo abandonamos al antiguo peluquero cuando cogemos confianza con el nuevo.

El precio es otra cuestión importante, y hoy en día los reclamos publicitarios incluyendo la propia publicidad del escaparate de la peluquería es capaz de atraer a nuevos clientes.

Entre cambios de domicilio, nuevas amistades, redes sociales, publicidad y comodidad, los españoles cambiamos de peluquero unas 10 veces a lo largo de nuestra vida.

Bien es cierto que hasta que somos adultos o independientes, solemos ir a la peluquería que nos llevan nuestros padres, pero a partir de la adolescencia ya adquirimos hábitos y gustos, generamos nuevas amistades y nos movemos por otras zonas, así que lo de encontrar peluquero o que el peluquero te encuentre a ti, que también se da el caso, es cuestión de azar aunque es obvio que una vez que nos topamos con un nuevo peluquero, nos tiene que gustar su forma de trabajar porque si no seguimos con el mismo hasta la próxima ocasión que se presente.