Desde siempre hemos oído hablar de productos milagrosos, entre ellos los famosos elixires que los charlatanes y vendedores ambulantes comenzaron a popularizar en el lejano Oeste, con la única idea de embaucar a quienes lo comprasen a sabiendas de que cuando se diesen cuenta de que los habían timado, el vendedor ya estaría lejos de la ciudad.

A pesar de que la idea ya lleva rondando cientos de años, todavía no se ha inventado un crecepelo que funcione, y la única solución que se les ha ocurrido desde hace décadas es la de fabricar pequeños postizos llamados bisoñés y peluquínes que a diferencia de las pelucas, solo cubren una zona de la cabeza pero que no solucionan el problema de las calvicies

Antiguamente todos los peluquines se fabricaban con pelo natural, aunque posteriormente se ha venido utilizando pelo sintético obtenido de varios tipos de fibras pero a diferencia de las pelucas, los bisoñes deben ser de color idéntico al pelo del cliente y esto dificulta la fabricación de los mismos por el extenso muestrario que habría que tener para disponer de todos los tonos de pelo.

Como hemos contado en otras ocasiones, aunque muchos fueron los que lo pensaron, solo uno dió con una patente que revolucionaría el mercado de los cosméticos capilares, y fue precisamente un ingeniero químico de Nueva York quien casi por casualidad dio con el producto estrella de los cosméticos capilares.

Este profesor de química estudió durante años la fórmula para la elaboración de un pelo similar al natural para una compañía de cosméticos de Little Rock (Arkansas) cuando un buen día se le ocurrió la genial idea de fabricar unas fibras que quedaban adheridas al pelo natural sin necesidad de usar pegamentos ni lacas,  gracias al principio de la electricidad estática.

Tras largos años de investigación nació el primer maquillaje capilar que disimulaba el pelo de forma eficaz.

Años después William French un peluquero que atendía a muchos de los actores de Hollywood, mejoró la fórmula de los maquillajes capilares y creó un nuevo concepto en maquillaje que realmente disimulaba las calvicies.

El producto era tan sorprendente que hoy en día se comercializa con el nombre de Power Hair, el maquillaje capilar de los actores de Hollywood.

Los resultados de Power Hair son inmediatos y basta espolvorear el producto  – que se fabrica en varios tonos – directamente sobre las calvas y de manera instantánea, las fibras del maquillaje capilar quedan adheridas al pelo de alrededor y bastará un cepillado ligero para que fibras y pelo queden perfectamente integradas de manera que todo parezca pelo natural.